domingo, 12 de abril de 2020

Penyagolosa Trails CSP 2019


Esta es la crónica de mi primera participación en la CSP de Penyagolosa Trails en la edición de 2019 o, como a mí me gusta llamarlo, el día que pasé corriendo. Lo que sigue a continuación son las caóticas sensaciones que escribí un par de días después de la carrera.

Resumen

A modo de mini resumen para aquellos que no quieran leer todo el tocho.

Un ultra es algo increíble. Es esencial estar preparado física y psicológicamente para afrontarlo. Una vez se está preparado, es una auténtica vivencia. Pasas por muchos estados de ánimo, a veces en cuestión de pocos kilómetros y, aunque es un verdadero tópico, aprendes mucho de ti mismo.

También ayuda mucho tener a alguien de soporte para los avituallamientos y que te eche un cable con toda la logística.

Dicho esto, las 22 horas que me llevó completar los 110 kilómetros de la CSP, fueron las horas que más he disfrutado y sentido en todo el tiempo que llevo corriendo por montaña. Corrí una noche, amaneció, volvió a ponerse el sol y seguía corriendo. En general me sentí fuerte físicamente aunque con problemas estomacales y en los pies, y de cabeza fui bastante bien casi todo el rato, aunque siempre hay altibajos. Una cosa que realmente me sorprendió es que no necesariamente te encuentras más cansado con 80 kilómetros encima que con 15. La alimentación y la estrategia de ritmos es clave.

Viernes

Llega el viernes. Me cogí vacaciones para poder dormir. Me levanto a las 11 y desayuno una mona de Consum y leche con café. Voy a por el dorsal en coche, llevando las dos mochilas (Culla y meta) y las cosas para darle a Iván. A comer a casa de la mamá. Después de comer, vuelvo a casa y trato de dormir un par de horas. No consigo cabecear más de 10 minutos. A las 19, ducha y preparar los últimos detalles. Sobre las 20:30 ceno, pasta con atún y huevo. De postre creo que queso batido con miel y avellanas. Me visto, dejo todo listo y me voy en la bici eléctrica a la salida.

Ante las dudas de vestimenta me decido por: Cascadia 13, medias largas, mallas cortas, térmica de manga larga y encima camiseta manga corta, mochila, bandana y frontal. Llevo los palos plegados en la mochila, los sacaré en Borriol.

Salida

El ambiente en la Plaza de las Aulas es espectacular. Poco a poco nos vamos juntando corredores y público y se empieza a quedar pequeña. Al llegar a la plaza, me quedo sentado mientras hablo con mi hermano Iván (que iba a seguirme toda la carrera, loco de él) y mi madre. En esos momentos estoy bastante nervioso, repasando mentalmente los pasos a seguir y tratando de concentrarme en el primer tramo. Mientras, Depa va caldeando el ambiente, haciendo entrevistas a los corredores top y dando ánimos a todo el mundo. A falta de unos 25 minutos para la salida, paso el control de material. Me piden el teléfono, que está al fondo de la mochila y con los nervios casi no lo saco. Una vez dentro de la cámara de salida, me vuelvo a sentar para ahorrar piernas al máximo. Mientras Depa hace una entrevista a Laia Cañes a mi lado, yo sigo nervioso, tratando de disfrutar del momento. Se hace la hora y nos agolpamos bajo el arco de salida. Comienza la cuenta atrás, los corredores nos deseamos suerte unos a otros, encendemos la luz roja de los frontales y nos preparamos para salir. Suena la sirena y ¡allá que vamos!.

Castellón - Borriol

Salimos desde las Aulas dirección a la UJI por calle Enmedio, Zaragoza, Parque Ribalta y Paseo de la Universidad. Me llama la atención la cantidad de gente animando en la zona centro. Con la piel de gallina salgo corriendo, poco a poco cogiendo un buen ritmo y notando cómo se van marchando los nervios con el trote hacia la UJI. Cruzamos la carretera de Borriol y enfilamos hacia las primeras rampas del Tossal. Sigo con el frontal apagado (lo encenderé a mitad subida), ya que el resto de corredores me proporciona suficiente luz y es una zona que conozco bien. Todo este tramo me lo paso alucinando con la imagen de cientos de luces subiendo por la montaña. Miro hacia delante y veo una hilera de luces rojas, me giro y una estela blanca ilumina las crestas como si hubieran puesto farolas, con las luces de Castellón al fondo. Una estampa genial, que hace que apenas me dé cuenta de que acabo de coronar el Tossal Gros, la primera cima de la carrera. Este primer tramo es de tan sólo 10 kilómetros, fáciles, con esta subida y el siguiente descenso hasta Borriol. Me encuentro muy bien, no tengo frío, las piernas han cogido calor con la subida hasta la UJI y voy a buen ritmo. La gente se acelera mucho en la bajada a Borriol, pero yo sigo a mi ritmo y bajo controlando, esto acaba de empezar. Llego a Borriol unos 20 minutos por debajo del tiempo esperado. Allí está Iván, le comento las sensaciones del primer tramo, relleno la botella de Longovit que me he bebido, como algo, nos despedimos hasta Les Useres y salgo hacia el siguiente tramo, el más largo de la carrera.

Borriol - Bassa de les oronetes

Este tramo empieza con la subida a la Roca de la Dama, luego viene un buen trecho de bajada-llaneo donde se puede correr bien y, finalmente, la “nueva” subida a la Bassa, un poco exigente. Saco los palos y empiezo a ascender la Roca. En las últimas semanas la he subido unas cuantas veces, así que aplico el ritmo de subida entrenado. En este trozo hace un viento helado que me da algo de sensación de frío. Me da la impresión de subir algo lento pero no me preocupa porque al llegar arriba toca correr. Empezamos la bajada hacia la carretera de Moró y aquí hago mi tradicional parada en boxes antes del Mas de Panero. Voy corriendo a buen ritmo, me encuentro muy animado, sin dolores de ningún tipo y disfrutando de estar en esta carrera. Estoy encantado con estar ahí esta noche. En el tramo de bajada hacia la parte de detrás del Mollet, me da la impresión de estar en un túnel cerrado, al ir fijándome únicamente en el corredor de delante y sólo ver donde apunta el foco. Es una sensación que se repetirá a lo largo de la noche, pero basta levantar la cabeza para ver el cielo estrellado y volver a situarme, dándome cuenta que estoy al aire libre.

Todo este tramo lo paso con un grupito que va rápido y vamos adelantando gente, hasta que detrás de mí no viene nadie y, al girarme, parece que me persiga la noche. Los ultras son muy largos y filosófico que se pone uno.

Llegamos a la subida hacia la Bassa, aquí sigo a la marcha, sin forzar. Esta nueva subida empinada me encanta, así que psicológicamente no me pesa. En nada me encuentro llegando al avituallamiento el 290 y pico, no está mal. Un oasis en mitad de la noche, que te hace darte cuenta de lo bien montada que está la carrera y lo mucho que hay que agradecer a los voluntarios (seguirán allí hasta que pase el último de la MiM). Paro a comer y beber, la comida no me apetece mucho pero parece que entra sin problema, especialmente lo salado. La reserva que llevo conmigo no la he tocado apenas porque el estómago lo noto algo cerrado y me cuesta tragar las barritas. Relleno las botellas y vuelvo a la carga.

Bassa de les oronetes - Les Useres

Empiezo este tramo muy animado. Voy bien y en Les Useres ya estará Iván con los refuerzos. Parece mentira pero saber que verás una cara conocida ayuda mucho a ir avanzando. La bajada a la Rambla la hago dejándome caer, para tratar de no forzar los tendones de los pies antes de hora. Llego abajo sin contratiempos y empiezo a encontrarme los primeros walking deads (muy pronto, pienso). Toda la parte de subida a continuación la hago tranquilamente, sin forzar nada ya que es demasiado pronto como para agotarse. Una pasada ver desde este lado las luces que están bajando hacia la Rambla y las que hay cruzándola, entre las luces rojas que marcan el vado de la Rambla, y que la hace parecer una pista de aterrizaje. Mirando, mirando, llego arriba casi sin darme cuenta. Ahora, bajadita rápida por el bosque, dos subidas y estaremos en Les Useres. Voy hablando con un hombre que me va comentando que cree que la gente va muy rápido, y me cuenta historias sobre apretar demasiado en el principio de los ultras y la facilidad con que la gente se inscribe en ellos. Poco a poco, vamos subiendo la pendiente y al llegar arriba ya se ve el pueblo, ahí en alto, esperándonos silencioso. Me da un pequeño subidón y acelero un poco. Última subida al pueblo y ahí estamos, llegando por primera vez fresco a Les Useres. ¡Menuda diferencia en correr este tramo a pleno sol como en la MiM!. También contrasta el silencio, casi sepulcral, comparado con la algarabía que hay cuando pasa la MiM. Son las 5 de la mañana y, a pesar de que voy reservón, llevo una buena minutada de ventaja con respecto al planning. Iván me ha preparado un avituallamiento que parece una comunión, pero en este tramo han aparecido los temidos problemas de estómago. Me duele al tacto, no me apetece comer y no me entra, pero me fuerzo a avituallar algo. Llevo los isquios con molestias, otra cosa que esperaba, pero no parece nada serio. Salgo caminando de la desierta plaza de Les Useres y voy a por el siguiente tramo, donde MiM y CSP ya se separan hasta La Banyadera, unos 70km más adelante.

Les Useres - Atzeneta

Esta parte era nueva para mí. Es diferente al típico de la MiM pasando por Torrocelles y en el Ultra TOR no cogimos tampoco el mismo camino, así que a la aventura. Sube a la Serra de la Creu por un camino más directo. Voy un poco más solo en este tramo y sigo a buen ritmo pasando a gente. Me da la impresión de ir oculto en la oscuridad a lo comando, cosa del efecto túnel del frontal. El estómago me molesta y apenas puedo comer nada, sólo beber los bidones de Longovit. Aún así me encuentro bien y estoy disfrutando mucho la noche. Empiezo a pensar en el caldo del avituallamiento de Atzeneta y me convenzo de que me va a asentar el estómago. Tengo una sensación rara ya que estoy parando mucho a orinar, lo que no es demasiado habitual, pero este es un tramo fácil con un buen trecho de bajada hasta Atzeneta, así que me mantengo animado. Sin embargo, a mitad bajada empiezan a aparecer los problemas de tendones en los pies y me molesta correr en bajada. Tengo que empezar a cuidar muy bien cómo piso. Con todo, llego al pueblo antes del amanecer, más de una hora por delante del tiempo esperado. Como anécdota, al entrar en el polideportivo, le digo a Iván que hace una buena noche, nada de frío e incluso calor. El tema es que él está congelado y hay unos 2º de temperatura, pero claro, es lo que tiene llevar una térmica y venir corriendo desde Castellón.

En este avituallamiento como bien: caldo, macarrones, alguna galleta y comida que me va embutiendo Iván que no recuerdo ni qué es. Bebo más, paso por el baño y salimos hacia Benafigos.

Atzeneta - Benafigos

Al salir del polideportivo ya es de día y noto el frío del que me hablaban. Las manos se me quedan congeladas y voy trotando para coger temperatura pronto. Ahora me encuentro algo cansado, aunque más que nada un poco perro. El hecho de haberme parado tranquilamente, me ha hecho relajarme de más. Sin embargo, con la luz del día comienza una nueva etapa de la carrera y poco a poco el cuerpo se va animando. Tenía en mente que la noche iba a ser dura psicológicamente, pero la verdad es que la disfruté mucho. Así que ahora con la luz del día pienso que aún irá mejor. Más gente animando, poder disfrutar de los paisajes, etc.

Empezamos a pasar unas ramblas que, como siempre, se me hacen incómodas y ganando altura. Los primeros rayos de sol me van calentando el cuerpo. Al rato empiezo a tener verdaderos problemas de estómago. Me vienen arcadas y no hay forma de comer nada. Voy bebiendo el Longovit, pero a la larga eso no será suficiente. Las piernas me van bien, las noto fortísimas, pero si acelero el ritmo, me vienen las arcadas y me veo forzado a reducir o incluso caminar. Voy gestionándolo como puedo, mientras nos acercamos a Benafigos, pero el pueblo nunca aparece a la vista y se hace muy largo este tramo. Desde Atzeneta he ido bastante solo, adelantando o siendo adelantado en algún momento, pero poca gente nos hemos encontrado en el camino. Al final aparece Benafigos y llego a la plaza del avituallamiento, donde un crack de speaker me anima de forma inesperada y consigue sacarme una sonrisa. Sigo por delante del tiempo esperado, de hecho he vuelto a recortar un buen puñado de minutos, así que si mantengo a raya los problemas, la cosa puede acabar saliendo bien. En este tramo, los pies no me han dado la lata ya que al tener más parte de subida siempre sufro menos.

Le comento a Iván los problemas de estómago mientras como y bebo algo caliente. En todos los avituallamientos me forzaba a comer, así al menos llevaba algo de energía “de casa” para poder completar cada tramo. Aquí también me tomo cafeína, pensando en que me espabile cuando esté afrontando la subida hacia Culla. Toca volver a pasar por el baño y ahora sí, listos para enfrentarnos al, a priori (¡qué equivocado estaba!), tramo más duro del recorrido: el paso por Penyacalva.

Benafigos - Culla

Salgo muy animado de Benafigos. No hace mucho que hice esta etapa entrenando y la disfruté una barbaridad, así que vengo con ganas de repetirla. Empezamos el tramo de bajada y empiezan los dolores en el pie, por lo que voy reservando. Bajo suave charlando con unas chicas, una de las cuales tiene problemas en la rodilla. Con esta chica me voy a ir encontrando toda la CSP, ella tardaba menos en los avituallamientos y yo la adelantaba hacia el final de cada tramo, y así hasta el final, donde superó sus problemas de rodilla y me adelantó a falta de 2 kilómetros a meta.

Volviendo al tramo, voy bajando contento ya que parece que puedo comer y sigo a buen ritmo, aunque ya empiezo a tener mucho calor. Al llegar a la rambla del Monlleó, justo antes de la subida, paro para quitarme la térmica y quedarme ya en manga corta, el calor aprieta de lo lindo. En esta parada me adelantan varios corredores. Empiezo la subida a Penyacalva, y me encuentro genial. Voy subiendo rápido y sin forzar nada, sintiendo que voy tranquilo, sin desgastar y, aún así, adelanto a todos los que me pasaron durante mi parada anterior, e incluso a algunos más que veía ya por arriba al empezar el ascenso. Se me ocurre que pediré alguna pastilla para el estómago en el avituallamiento, con lo que espero solucionar los problemas (que ahora mismo han disminuido) y junto a que ahora no me duele el pie, esto me anima. Llego arriba muy bien, y me pongo a correr camino a Culla, mientras hablo con un corredor catalán que me pide algo de información de la carrera al saber que soy de la zona. Como sigo teniendo muy buenas sensaciones, aprieto un poco el ritmo y llego a Culla bastante eufórico. Pensaba que lo más duro había terminado y, en mi estrategia de carrera, este era el punto de inflexión en la carrera, por lo que tenía los ánimos por las nubes.

Durante el avituallamiento, hablo animado con Iván que ahora está pasando calor, mientras recoge material para su vídeo del canal. Me como unos macarrones, algo de dulce y algunos frutos secos con coca cola y caldo para recuperar fuerzas. Me cambio la camiseta y las medias, nuevo paso por el baño y salimos hacia Sant Bertomeu.

Culla - Sant Bertomeu

Mediodía y un sol de justicia. Salgo a buen trote y enseguida enfilo la bajada de nuevo al fondo del Monlleó (para volver a subir después). Hacia mitad bajada, empiezan los dolores en ambos pies, y tengo que ir aflojando el ritmo, incluso caminando algunos trozos. Llego abajo y empiezo a subir, ahora toca descanso para los pies, pero al rato de ir subiendo el calor me pasa factura y empiezo a encontrarme cansado, bajando mucho el ritmo y me vuelve a costar comer. La subida se me hace muy larga, esperando ver en cada recodo la ermita, pero nunca llega. Me da la impresión de no hacer más que subir y subir y, al llegar arriba, tampoco aparece nunca Sant Bertomeu. Una vez hecha la subida, si troto demasiado alegre, el pie vuelve a doler, por lo que voy gestionando como puedo a base de Ca-Co, bebiendo mucho y pasando el calor lo mejor que puedo. Voy desanimado y me cuesta subir, parece que esto será duro hasta el final. Pero en este momento me viene “la epifanía de la resignación”, un pensamiento que me dice que voy a llegar, que no hay ninguna otra opción. Sea caminando o corriendo, pero esto sólo acabará cuando llegue a Sant Joan. Nada dice que tenga que ser corriendo o en cierto tiempo, por tanto, voy a llegar. Sólo tengo que seguir avanzando hasta el final, así de “sencillo”. Por lo que acepto el trabajo que me queda por hacer y sigo. Al final, después de un rato de llaneo y la interminable subida anterior, aparece Sant Bertomeu. Avituallamiento muy justito, con la sensación de que no recupero lo suficiente más allá de líquidos, sintiéndome achicharrado por el sol. Me pongo réflex en el pie y sigo hacia Vistabella.

Sant Bertomeu - Vistabella

Salgo cansado y agobiado del calor de la ermita. Y me dispongo a recorrer una zona que no tengo ni idea de cómo es. El tramo inicial me lo paso alucinando con los cortados que hay y las espectaculares vistas. Me digo que estas cosas son la recompensa de pasar malos ratos en estas carreras. Voy bastante solo. Veo algún corredor a lo lejos por delante o detrás, pero poca cosa. Sigo como puedo combinando correr y andar. Las piernas me pesan un poco, pero vamos pasando kilómetros y poco a poco recortando la distancia. Por el camino que vamos no se ve Vistabella, no lo veremos hasta que estemos casi encima. Así que ya con el habitual desfase del GPS, parece que el pueblo juegue al escondite. Me siguen doliendo los pies, así que no puedo aprovechar las bajadas para acelerar el ritmo. La segunda parte de este tramo es de bastante llaneo y se hace pesado y aburrido porque no puedo correr en condiciones, y la cabeza no deja de decir aquello de “estás perdiendo tiempo”. En el último kilómetro de entrada al pueblo, puedo correr alegremente en bajada y finalmente llego al avituallamiento. Con todo, voy por delante de las estimaciones que había hecho, así que sólo hay que mantenerse. No puedo comer mucho, pero Iván me va embutiendo macarrones y algo de caldo. Me pongo réflex de nuevo, pasada por el baño y vamos hacia Xodos. Me despido de Iván, la próxima vez que nos veamos será ya en meta, aunque aún quedan unas cuantas horas.

Vistabella - Xodos

La salida de Vistabella es por una bajada pronunciada y relativamente larga, de esas que te hacen ganar mucho tiempo si vas bien. Pero yo tengo los pies hechos polvo, y me duele bastante al bajar, así que tengo que frenarme mucho y eso me afecta negativamente a la musculatura de las piernas. Me va adelantando gente en este tramo, hasta que llego al fondo del barranco. Ahora toca subir, y esto parece que lo llevo mejor. Pero al poco de subir me empieza a pasar que si aprieto me dan arcadas. Me encuentro bien de cardio y piernas, pero el estómago me hace frenar, y cuando vienen llaneos o bajadas, los pies me hacen la vida imposible. Este tramo, sin ser especialmente pesado se me hace bola, voy muy incómodo, dolorido y parece que los kilómetros van creciendo en lugar de menguar. Eso sí, los paisajes son una pasada. Tras un buen trecho que se me hace muy largo al no saber dónde estoy ni cuánto me queda hasta Xodos, doblamos un recodo y se ve al fin. Sólo queda bajar hasta él. Pero en esta bajada, los pies dicen basta. Me duelen mucho y tengo que caminar bastante, hasta el punto de que llegando al avituallamiento no puedo apenas bajar ni bordillos.

Antes de avituallar siquiera, me pongo réflex de nuevo en abundancia y empiezo a pensar en si no será mejor retirarme. Quedan un par de tramos, apenas 14 kilómetros, que a la postre resultaron ser bastante duros, y se acerca la noche. Aparte, Iván no ha venido hasta aquí y dada la cobertura, no podría avisarle, así que no será una opción la retirada. Además, mientras estoy comiendo lo que puedo, el pie parece que se queda como anestesiado, así que decido que es ahora o nunca. Me embuto varias galletas de chocolate, me pongo los manguitos, ya que empieza a refrescar, y salgo hacia el Collao con la esperanza de llegar a Sant Joan todavía de día, aunque he perdido mucho tiempo en el tramo anterior.

Xodos - Collao

En este momento estoy bastante decidido. Aunque no sabía bien lo que tenía por delante aún (casi 900+ de desnivel todavía). Sobre las 18:30 salgo de Xodos y voy yendo a buen ritmo. Puedo volver a comer en este tramo y voy bastante animado. Me encuentro con una pareja y charlamos un poco, lo que hace que el tramo pase más rápido también. Empezamos a pasar por zonas de rambla (lo que más odio en esta vida de corredor de montaña) y al poco tiempo, iniciamos una subida larguísima, donde comentamos en tono de broma si de verdad hacía falta esto a estas alturas. La verdad es que este tramo pasando por el Collao, nada tiene que ver con el de la MiM, respetos al máximo al Marinet, es duro y largo. Aparecemos en una pista, donde hay un letrero que indica que nos quedan 10 kilómetros, 10 de esos 110!!!. Vamos que lo tenemos. Un poco más adelante está el avituallamiento, ya el último, aunque aquí vuelve a poner el cartel de los 10 kilómetros, total que no está claro cuánto queda. Los chicos que se encargan de este punto de control nos lo hacen muy ameno, bromas y risas mientras nos preparamos para el último asalto. Aquí me empieza a doler la tripa y, aunque puedo comer, me siento incómodo. Me pongo la membrana porque empieza a refrescar al ir bajando el sol, y salgo a por el último tramo. El que iba a proporcionarme más aventura de todo el viaje.

Collao - Sant Joan de Penyagolosa

A los pocos metros de salir, siento que la naturaleza me llama. Intento buscar un hueco y me veo forzado a hacer una parada técnica en lo salvaje. Una vez repuesto, vuelvo a la carrera y puedo ir trotando alegremente, sintiendo que voy recortando. El pie no molesta mucho ahora, así que aprovecho. Corriendo por la senda, de repente hay un giro y me encuentro de frente con el Penyagolosa, recortado contra la poca luz que ya queda. Una imagen espectacular, que se me graba en la retina e incluso paro para contemplar. Por lo que he oído de otros corredores, queda una subida pasando al otro lado de la montaña y ya estaremos enfilando la pista hacia Sant Joan. Y es en este preciso instante, cuando empieza la anécdota.

Decido que es hora de ponerse de nuevo el frontal. Está claro que no voy a llegar de día y empieza ya a haber muy poca luz. Paro para coger el frontal de la mochila, lo conecto, me lo coloco y… no se enciende. Pienso que será que no he conectado el cable correctamente (tiene un cable que hay que pasar por una muesca para poder conectarlo, y en otras ocasiones ya me ha dado problemas). Lo reviso, pero parece estar bien. Así que cambio la pila y vuelvo a probar… sigue apagado. Reviso de nuevo el cableado, pero parece que está bien y sigue sin funcionar (señalar que en estos momentos la cabeza no piensa con la claridad habitual, tras tantas horas de marcha y, efectivamente, el cable estaba mal conectado). Tengo un momento de pánico, me veo en medio del Parque Natural del Penyagolosa, sin luz y en una zona que no conozco. Hace unos segundos ha pasado la chica de la rodilla lesionada, así que le grito para que me espere y poder seguirla. La alcanzo y vamos un rato juntos, me cuenta que ha tomado un antinflamatorio y parece que le va haciendo efecto. También me ofrece un frontal de reserva, y aquí se me enciende la luz, ¡yo llevo un frontal de reserva!. Es el más barato de Decathlon, hace la luz justa para ir al baño de noche, pero menos es nada. Me lo coloco y me siento un poco mejor. Voy más rápido que la chica y, por lo que queda, ya no me importa el dolor de pie que ha vuelto levemente. Así que me despido y acelero el ritmo. Finalmente cae la noche y, con ese frontal, veo bastante poco. Suerte de las cintas reflectantes que brillan a lo lejos y me permiten seguir el camino, aunque a punto estoy de pasarme un par por ir más rápido de lo que el frontal da de sí para iluminar. Así que voy conteniendo un poco la marcha, para no pasarme ninguna marca, lo que sería un desastre. No hago más que pensar que Iván lleva muchas horas esperando a que llegue y me sabe muy mal, así que intento ir lo más deprisa posible, pero todo me parece poco. En estos momentos estoy desesperado por llegar, más que nada porque no tenía claro dónde estaba.

Me topo de bruces con una subida durísima. Empiezo a subirla dando todo lo que puedo dar. Clavando bastones y subiendo sin descanso. No veo nada más que lo que tengo delante. Tierra, hierbas, ramas y troncos. No sé dónde estoy, me siento como en un laberinto sin fin. Subiendo subiendo, llego a una pista, pero no sé si es a derechas o izquierdas. Tiro hacia abajo siguiendo la lógica y acierto. Me encuentro con un par de corredores que van juntos y hablamos durante unos minutos. También voy más rápido que ellos, así que al final me adelanto y vuelvo a quedarme solo. Me parece tener la sensación de que ya conozco la zona, un giro de la senda y ¡ahí está el control de La Banyadera! En 3 kilómetros estaré en la meta.

Ahora sí que sí, he hecho este tramo muchas veces, me da igual ver que no. Así que con la confianza por las nubes, enfilo hacia Sant Joan todo lo rápido que puedo. Una pasada correr por aquí de noche cuando puedes disfrutarlo.

Adelanto un par de corredores y a 2 kilómetros de meta, me pasa la chica de la rodilla (ahora recuperada) que baja como una moto. Intercambiamos palabras de ánimo e intento seguirla, pero no puedo hacerlo más de unos cientos de metros. Así que vuelvo a mi ritmo y la cabeza ya se me va dándome cuenta de que voy a ser finisher.

De repente paso el cartel de -1, ya está, ya está. Acelero, mi impresión es ir a saco, aunque probablemente parecía una tortuga con artrosis. Llego a la pista de la parte de arriba de Sant Joan, veo la poca luz de la zona de meta, todo en silencio resulta sobrecogedor (al ser parque natural no se permiten ruidos ni luz a partir de las 21 de la noche). Contrasta con el día, donde está abarrotado y es una auténtica fiesta. Aquí la fiesta la lleva cada uno por dentro.

Llego a ese último giro, donde alguien a quien no consigo ver me da la enhorabuena, doy la vuelta y ahí está la meta! A la izquierda Iván, le grito algo que no sé ni qué es, y corro hacia la meta. Llevo imaginando este momento mucho tiempo, así que lo voy a disfrutar. Freno mis pasos hasta avanzar a saltitos y cruzo la meta saltando y chocando los talones. Justo en el otro lado, doy dos pasos y me desahogo. Un ¡sí! seco sale de mi garganta y me cuelgan la medalla de finisher entre enhorabuenas. Ya tengo la CSP a la saca, ¡esto ha sido brutal! No cabe duda de que volveré.